Las comunicaciones con la villa de Palafrugell han sido deficientes y la actual carretera de Tamariu, pese a las mejoras, es una vía con muchas curvas. Esa lejanía provocada por la carretera ha permitido que en esa playa se conserve la forma de vida de antes. La huella del turismo y de los urbanitas ha estropeado un poco ese modo de vivir, pero se respiran aires naturales y pocos sofisticados. En Tamariu, han proliferado nuevas construcciones.

Los rincones a orillas del mar están llenos de encanto. La calma de los largos inviernos contrasta con el bullicio del verano. La gente de Palafrugell ha tenido una predilección especial por Tamariu. Tamariu tiene una playa de arena granulada, en ambos lados de la playa principal podemos encontrar otras pequeñas calas, que permiten disfrutar del sol y del mar.

En un recodo de la parte norte de la playa se encuentra Aigua Dolça, en la que mana una fuente de agua dulce. Siguen las rocas hasta la punta de Sa Rubia, que cierra la bahía por el noreste.

La punta del Quart da entrada a la pequeña e intrincada Cala de Aigua Xelida, hoy sometido a la aglomeración de una gran urbanización corta distancia de ella.